Destino sudaca . Dialéctica III o aufhebung sudaca (viene del 2013 )

Ilustración del Tomi Müller. Pinche y salúdelo de mi parte (Y pídale indulgencia por mi afano)

Poema Conjetural

El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:
Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano
.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí… Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.

Dice José Pablo Feinman: «(…) fue más allá de sí mismo, de su ideología, de los códigos de su clase, de su amor por la Civilización alla Sarmiento, de su odio por los gauchos. Un poeta –como todo verdadero artista– se excede a sí mismo. Supera, en su arte, sus limitaciones conceptuales, sus odios ciegos, los condicionamientos lineales de su inserción de clase, los mandatos paternos. (…) Nadie ignora que Borges habrá de ejercer luego un apasionado antiperonismo. Aprobará los fusilamientos del ’56. Hará todos los rituales del odio de clase. Pero –aquí– en este poema luminoso, la contradicción que estructura este país se conjura en una totalidad que las contiene a ambas. El Poema conjetural es el aufhebung a la contradicción Civilización/Barbarie. Su totalización superadora. Ser argentino es ser hombre de cánones y hombre de cuchillo y de cielo abierto. Si el cuchillo del montonero le es “íntimo” a Laprida es porque completa su figura. No se es sudamericano sin incluir al otro, al bárbaro, al diferente.». Peronismo. Filosofía política de una obstinación argentina