Algunas veces hago una retrospectiva como despedida del año.
Hoy no.
Se perdió mi brillante análisis de economía política, mi reflexión latinoamericanista, mi columna internacional plagada de verdades irrefutables -magistralmente planteadas-.
(rublo/petróleo-fracking/Cuba-EEUU/Bolivia/Ucrania/China/Sudan/holdout-default/Piketty/secesionismo europeo/Ayotzinapa-narcoestado/recesión/tortura-Guantánamo, etc, etc, etc)
En vez de eso obtendrá el pequeño relato de dos imágenes:
1
Mi hijo Ivan duerme abrazado a su nuevo muñeco: Zamba. Zamba es un niño formoseño de ocho años, alumno de una escuela de Clorinda.
Zamba es moreno, posiblemente sea descendiente de Qom, Pilagá o Wichi y tiene un incisivo partido.
Es un dibujo animado del canal Pakapaka, dependiente del Ministerio de Educación de La Nación y el ídolo de mi hijo de doce años.
Al muñeco lo comparamos en la feria navideña de economía social que se organiza en La televisión Pública.
Le doy un gran beso y se despierta.
2
Hace unas semanas mi hija de trece me anunció su regalo para los quince.
¿Un viaje a Disney?… ¿Unas tetas operadas?…
No. Un viaje a los Esteros del Iberá para ver los yacaré y las aves acuáticas. Tuve que abrazarla inmediatamente.
Pensé que no, pero al final me salió una editorial política.
Buen año 2015 para tod@s. ¡Allá vamos Sudakia!…