(…) Casi en el acto comprendí; El jardín de senderos que se bifurcan era la novela caótica; la frase «varios porvenires (no a todos)» me sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura general de la obra confirmó esa teoría. En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta -simultáneamente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su
puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces
posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts’ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen: por ejemplo, usted llega a esta casa, pero en uno de los pasados posibles usted es mi enemigo, en otro mi amigo.
Jorge Luis Borges. El Jardín de los senderos que se bifurcan 1941
Seguimos con Borges y su Jardín de senderos bifurcados (Albert, el sinólogo le habla a Yu Tsun):
A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos.
Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un
fantasma.
Borges le hace hablar al sinólogo Stephen Albert su propia concepción del tiempo. Borges no lo sabe, pero desde 1941 tiene escrito y descifrado el enigma de Sudakia:
Sudakia es una adivinanza. Un laberinto. Sudakia es un texto infinito bifurcado. Sudakia tiene infinitas posibilidades y resoluciones. Un laberinto no espacial/geográfico sino temporal. Diversos porvenires. En este somos amigos, en otro…
Que lindo el graffitti nuevo que pusiste de fondo! Una preciosura! Buen finde!
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Gracias Gabi. El mural es de Luxor, un artista platense. El tipo es un genio. Te lo presento
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Un capo el tipo! Me encanto! «La calle esta viva…» Cuanta razon tiene…Emociona escucharlo…
Que venga a Bernal a pintar!!! Yo lo ayudo…
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solo hay que invitarlo. Busque en Facebook.
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lo voy a buscar!
me gusta mucho la idea! gracias!
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