Confunde e ilumina

Antes, Ud oía Manaos y asociaba con Brasil, jungla, caucho, guerra. prosperidad y ocaso

Manaos, capital del estado de Amazonas, Brasil

Manaos 1896

El árbol que llora leche
Los indios lo llaman caucho. Lo tajean y brota la leche. En hojas de plátano plegadas a modo de cuenco, la leche se recoge y se endurece al calor del sol o del humo, mientras la mano humana le va dando forma. Desde muy antiguos tiempos los indios hacen, con esa leche silvestre, antorchas de largo fuego, vasijas que no se rompen, techos que se burlan de la lluvia y pelotas que rebotan y vuelan.
Hace más de un siglo, el rey de Portugal recibió jeringas sin émbolo y ropas impermeables desde el Brasil; y antes el sabio francés La Condamine había estudiado las virtudes de la escandalosa goma que no hacía caso de la ley de gravedad.
Miles y miles de zapatos viajaron desde la selva amazónica hacia el puerto de Boston, hasta que hace medio siglo Charles Goodyear y Thomas Hancock descubrieron un método para que la goma no se quebrara ni se ablandara.
Entonces los Estados Unidos pasaron a producir cinco millones de zapatos por año, zapatos invulnerables al frío, a la humedad y a la nieve, y grandes fábricas surgieron en Inglaterra, Alemania y Francia.

Y no sólo zapatos. La goma multiplica productos y crea necesidades. La vida moderna gira vertiginosamente en torno del árbol inmenso que llora leche cuando lo hieren. Hace ocho años, en Belfast, el hijo de John Dunlop ganó una carrera de triciclos con neumáticos que su padre había inventado en lugar de las ruedas macizas; y el año pasado Michelin creó neumáticos desmontables para los automóviles que corrieron entre París y Burdeos.
La Amazonia, selva descomunal que parecía reservada a los monos, los indios y los locos, es ahora coto de caza de la United States Rubber Company, la Amazon Rubber Company y otras lejanas empresas que de su leche maman.

1896
Manaos
Dorada edad de la goma
Sube el telón, parsimonioso, mientras suenan los primeros acordes de la ópera La Gioconda, de Ponchielli. Es noche de mucha pompa y gala y mosquitos en la ciudad de Manaos. Los artistas líricos italianos están inaugurando el Teatro Amazonas, inmensa nave de mármol traída desde Europa, como ellos, hasta el corazón de la selva.
Manaos y Belem do Pará son las capitales del caucho en el Brasil. Iquitos, en la floresta peruana. Las tres ciudades amazónicas pavimentan sus calles con adoquines europeos y alegran sus noches con horizontales muchachas venidas desde París, Budapest, Bagdad o la selva de por aquí. Batutas de oro dirigen las orquestas y los lingotes sirven de pisapapeles; un huevo de gallina cuesta un ojo de la cara. Las personas importantísimas beben bebidas importadísimas, se restablecen en las aguas termales de Vichy y envían a sus hijos a estudiar a Lisboa o a Ginebra, en barcos de la Booth Line que recorren las barrosas aguas del río Amazonas.
¿Quiénes trabajan en los bosques del caucho? En el Brasil, los flagelados de las sequías del nordeste. Desde aquellos desiertos, vienen los campesinos hasta estos pantanos donde es preciso volverse pez. En cárcel verde los encierran por contrato; y temprano llega la muerte a salvarlos de la esclavitud y la espantosa soledad. En el Perú, los brazos son indios. Muchas tribus caen aniquiladas en esta edad de la goma, que tan eterna parece.

Eduardo Galeano

Memorias del Fuego II Las caras y las máscaras (1986)

1910
Selva del Amazonas
Los comegente
En un santiamén se derrumba el precio del caucho, que cae a la tercera parte, y de mala manera acaba el sueño de prosperidad de las ciudades amazónicas. El mercado mundial despierta con una súbita bofetada a las bellas durmientes, echadas en la selva a la sombra del árbol de la goma: Belem do Para, Manaos,
Iquitos… De un día para el otro, la llamada Tierra del Mañana se convierte en Tierra del Nunca o a lo sumo del Ayer, abandonada por los mercaderes que le han sacado el jugo. Los grandes dineros del caucho huyen de la selva del Amazonas
hacia las nuevas plantaciones asiáticas, que producen mejor y más barato.
Éste ha sido un negocio caníbal. Comegente llamaban los indios a los cazadores de esclavos, que andaban por los ríos en busca de mano de obra. De tupidos pueblos no han dejado más que las sobras. Los comegente remitían a los indios, atados, a las empresas caucheras. Los despachaban en las bodegas de los barcos, junto a las demás mercancías, con su correspondiente factura por comisión de venta y gastos de flete.

Eduardo Galeano

Memorias del Fuego III El Siglo del viento (1986)

Todo eso ha quedado atrás.

2014


Cambiaso: La clave fue siempre brindar lo mejor de mi. En el país y en el mundo.
Traverso: Para competir y llegar bien arriba.
Palermo: Con optimismo. Y dejando todo por la celeste y blanca.
Ranni: Y brindando al público más de lo que esperaba.
Cambiaso: Como Manaos, que es nuestra gaseosa. ¡Bien argentina!
Traverso: Y… si nosotros pudimos triunfar frente a los grande de afuera.
Palermo: Manaos también va a poder.
Ranni: ¡Brindemos por Manaos entonces!
Todos: ¡Vamos, Manaos!
Voz en off: Tomá Manaos. Tomá lo mejor de tu país.

Ninguno de los participantes se atreve a tomar Manaos frente a cámara. Tal vez Palermo ha quedado duro de un fondo blanco que se clavó antes que prendan la cámara y solo atina a frases sciolistas.

En la obra de teatro La vida sexual de Róbinson Crusoe de Carlos Marcuchi y Dalmiro Sáenz (1969), cada tanto aparecía un vendedor ambulante ofreciendo un tónico. Voceaba sus infinitas propiedades. No recuerdo de memoria el parlamento, pero servía tanto para la hemorroides, el mal de Parkinson y la tos convulsa.

Manaos la supera. Sirve para todo eso y mucho más. Un líquido bizarro y lisérgico que confunde e ilumina los destinos de la Patria, y quién te dice, no sirva también para recargar el cartucho de tinta de la Hewlett-Packard .

En este acto solemne, declaro a Manaos la bebida oficial de Sudakia.

5 comentarios en “Confunde e ilumina

  1. Manaos, manaos,bah! valientes eramos los que en el 2001 y 2002
    tomabamos «La Bichi ,ahora» que costaba la decima parte que una coca.
    El que la probo y sobrevivio a la experiencia se banca cualquiera.

    Me gusta

  2. Siempre desconfío de los elixires mágicos y de las bebidas nacionales…por las dudas hago como Palermo (y demás) y no la tomo.
    Lo de las frases sciolistas no sé si me hace reír o me da miedo…

    Me gusta

  3. Nigger. No me cague la bebida de Sudakia. Aunque debe ser lo que Usté dice, porque la gorra me queda cada vez más grande.
    Federico: Naaaaaaaah…. ¿La Bichi ahora?…¡No me joda!…
    Ódio los Blog’s: ¡Qué hijos de puta!… ¡Existió!…La coca ideal para la Pizzería los hijos de puta. El que depositó coca recibirá Japi.
    Iris: De las frases ríase tranquila. De Scioli …
    Federíco: No me jodió. Existió nomás. Increíble.

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.